Listen "Mira al que traspasaron"
Episode Synopsis
El mensaje basado en Zacarías 12:8–10 invita a los creyentes a cambiar su enfoque: dejar de mirar sus propios problemas para mirar a Jesús, “a quien traspasaron”. El pasaje bíblico presenta una promesa de defensa y restauración para Jerusalén, en la que Dios mismo intervendrá en favor de su pueblo. El texto profético anuncia que el Señor derramará sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un “espíritu de gracia y de súplica”, provocando un cambio profundo en su perspectiva: dejarán de mirarse a sí mismos para contemplar al Señor herido. Esta mirada no solo es física o emocional, sino espiritual; representa el acto de volverse a Dios y encontrar en Él la fuente de consuelo, perdón y sanidad.Cuando el ser humano se concentra únicamente en sí mismo, sus problemas crecen y su perspectiva se distorsiona. Mirar más allá de uno mismo, hacia otros o, en última instancia, hacia Jesús, permite ver los conflictos con una óptica más amplia y esperanzadora.Dios, a través del profeta Zacarías, exhorta a su pueblo a cambiar el enfoque: “Me mirarán a mí, a quien han traspasado”. Este llamado implica un movimiento del corazón. El creyente deja de concentrarse en sus heridas y dificultades para dirigir su mirada al Salvador, cuyas propias heridas se convierten en el medio de nuestra restauración.El primer punto de la predicación enfatiza que no debemos enfocarnos en los problemas, sino en las promesas de Dios. En Zacarías 12:8–9 se anuncia que el Señor defenderá a Jerusalén y que incluso el más débil será fortalecido como David. La expresión “aquel día” aparece repetidamente en el pasaje y marca el momento en que Dios cumplirá sus promesas de juicio, salvación y restauración. Estas promesas encuentran su plenitud en Jesús, quien encarna la fidelidad de Dios hacia su pueblo. En tiempos de presión, el creyente necesita recordar que Dios no ha olvidado lo que prometió; su palabra es más firme que cualquier circunstancia adversa. En lugar de alimentar la angustia, el llamado es a centrar la atención en lo que Dios ha dicho y en quién es Él.El segundo punto invita a dejar de enfocarse en los problemas y centrarse en la oración. Zacarías 12:10 declara que Dios derramará su Espíritu sobre su pueblo, descrito como “espíritu de gracia y de súplica”. Es el Espíritu Santo quien transforma el corazón humano, quitando la pasividad que nos mantiene atrapados en la queja, y encendiendo un deseo de orar y buscar el rostro de Dios. Este espíritu de súplica despierta la comunión, la dependencia y la confianza. Filipenses 4:6 recuerda que el creyente no debe preocuparse por nada, sino orar por todo. Dios no responde al tamaño del problema, sino a la oración sincera de su pueblo. Así, la oración se convierte en el puente entre la angustia y la paz, entre la carga personal y la intervención divina.El tercer punto dirige la mirada directamente a Jesús. El texto dice: “Me mirarán a mí, a quien han traspasado”. El profeta anticipa el momento en que Cristo sería herido en la cruz, y el Evangelio de Juan confirma el cumplimiento de esta profecía cuando un soldado traspasa el costado de Jesús. Esta imagen se convierte en el centro del mensaje: el Hijo de Dios traspasado por amor. Apocalipsis 1:7 amplía la visión al declarar que “todo ojo lo verá, aun los que lo traspasaron”. Ver al Jesús herido es contemplar el misterio del amor divino que se entrega por los pecadores.El Espíritu Santo guía al creyente hacia tres acciones: mirar a Dios, reconocer al Cristo traspasado y lamentarse en arrepentimiento. El lamento aquí no es desesperanza, sino el dolor que conduce al cambio y a la reconciliación. En la cruz, Dios se identifica con nuestro sufrimiento, mostrando que sus heridas son el medio de nuestra sanidad.“Enfocarte en tus heridas, duele. Enfocarte en las heridas de Jesús, sana”. Esta verdad refleja Isaías 53:4–5, donde se afirma que Cristo llevó nuestras enfermedades y dolores, fue herido por nuestras transgresiones y que por sus heridas fuimos sanados. Las llagas de Cristo se convierten en una fuente de vida, perdón y limpieza, como declara Zacarías 13:1: “Habrá una fuente abierta… para lavar el pecado y la impureza”.Evitemos contemplar las propias heridas, enfermedades y pecados para mirar las heridas de Cristo, que son fuente de restauración. Cuando la atención se centra en el Salvador traspasado, los problemas pierden su peso y el alma encuentra descanso. Dios nos invita a ver sus promesas en lugar de nuestros temores, a buscarle en oración en lugar de quejarnos, y a fijar la mirada en Jesús, cuya cruz revela el amor que sana, limpia y transforma.Deja el ensimismamiento y las cargas personales para mirar a Cristo. En Él se halla la perspectiva correcta, la fuerza renovada y la paz que el mundo no puede ofrecer. Sus heridas no solo cuentan una historia de dolor, sino también de redención. Por eso, el mensaje de Zacarías sigue vigente hoy: “Mira al que traspasaron”. Allí, en la cruz, el creyente encuentra la respuesta a toda herida, promesa para todo temor y vida en medio de toda pérdida.
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