Listen "Si No te lavare, No tendrás Parte Conmigo"
Episode Synopsis
La pascua significa pasar por alto. Esta fiesta solemne representa fielmente lo que Dios hizo con nosotros en Jesucristo, al pasar por alto nuestras iniquidades, perdonándonos y dándonos vida eterna en Él. En medio de esa celebración, Cristo se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Aun sabiendo que sufriría la traición de su amigo, de su hermano, de su discípulo que comía el pan con Él, Judas Iscariote; también que Pedro le iba a negar, y que todos lo dejarían solo; todo eso ya Él lo sabía. Pero pasa por alto todas estas cosas y elige tomar el trabajo que muchos consideran el más humillante de ayer, y todavía hoy, que es el lavar los pies de otros, no solo por la condición en que pueden estar los mismos, sino por la posición en que se hace y quienes en aquel tiempo lo hacían, los esclavos. Eso hizo Jesús para preparar a sus discípulos para la prueba que venía. Dios hecho carne, a través de ese lavamiento de los pies, se estaba humillando, haciéndose un siervo, se anonadó, se ciñó la toalla, para enseñar no solo humildad, sino el camino a la cruz.Hay quienes lavan los pies como representación, pero son más orgulloso que un pavo real. No es el símbolo, sino lo que significa el símbolo, pues usted puede lavar los pies a los hermanos, y ser una persona orgullosa y altiva. No hay orgullo mayor que el disfraz de la humildad. Cuando usted se considera humilde, ya es orgulloso. Es bueno lavarnos los pies unos a otros, pero en verdad que en nosotros no haya orgullo, que tengamos el mismo sentir del Maestro. La humildad es el resultado de una vida de humillación, de quebrantamiento, de reconocer quién soy yo y quién es Dios, y no como aquellos que dicen haber visto a Dios, y se enorgullecen de sus dones, menosprecian a los demás y compiten en santidad, y se hacen llamar apóstoles, pero no tienen las marcas del Señor. La humillación constante me enseña humildad. Nadie puede negarse a sí mismo, si no se sabe humillar. A los hombres de Dios hay que honrarlos, pero no le demos el reconocimiento que solo pertenece a Dios. Mirémoslo como son, vasos de barro que contienen la gloria de Dios. Nuestro sentir debe ser el mismo de nuestro Señor Jesucristo, quien no se aferró ni a su divinidad ni a su autoridad para sacrificarse y cumplir, obedeciendo, la voluntad del Padre. Despojémonos y lavemos nuestros pies, nuestras malas obras, y vengamos en humildad, vestidos de sinceridad y verdad a celebrar el sacrificio del Cordero Santo. El lavamiento fue una muestra de humildad del Señor y una preparación para lo que vendría después, por tanto, el que no se deja lavar no tendrá parte con ÉlPredicadoSeptiembre 13, 2009
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